Luis Litardo
Seguro el tema les
parecerá un poco controversial, siendo que la justicia como virtud está
destinada a no terminar y menos aun a desaparecer.
Con esta introducción
podemos ya hacernos la idea de que no escribiré de la muerte de la justicia,
sino de una especial suerte que recubre a los “justos” e “injustos” en una
interminable sinfonía de oportunidades o como se veía en tiempos anteriores, las
reiteradas vueltas que daba el carrusel que llegaba al pueblo antes de
convertirse en la ciudad sofisticada y quienes jugábamos en ellas una veces nos
invadía la gloria y otras el pánico.
Así está hecha la justicia,
la misma que, aunque tengamos derechos, no siempre nos es favorable, es allí “donde
termina la justicia” para nosotros; y, brilla para la parte contraria, sin
embargo, el sinsabor queda en las bocas de quienes ha probado esta efímera
derrota, contienda que al inicio aparece apetecible, dulce, con buena
presentación, pero que en un instante podría pasar de bocado amargo a tormentosa.
Tal como los griegos la
significaron mitológicamente en la diosa Artemis, aquella mujer con una balanza en la mano y los ojos
vendados, como quien pesa alguna sustancia sin tener presente el resultado a
quien le es favorable, así es la justicia en su concepción más pura, donde los Administradores
de Justicia, no con la espada en la mano sino con la balanza en alto deben pesar
a qué lado cae la balanza por su propio peso.
Es allí donde se puede
agravar la situación, es por ello que se mira a educar por medio de las
prohibiciones y restricciones en la Función Judicial y en los Abogados en el
libre ejercicio de su profesión, porque si bien todos tenemos derecho a
ganarnos un sustento, la justicia en cambio no mira eso, sino al cumplimiento
del <<derecho>> liberado de la <<legalista>> porque,
más allá de pretender aplicar una ley, se mira a la satisfacción de la víctima,
que si bien en varias ocasiones a lo largo de la historia se ha visto administraciones
de justicia <<injustas>>, la misma historia como Madre y Maestra,
nos ha enseñado que el daño social que se puede ocasionar cuando existen estos
torcimientos en el área judicial, traer pérdidas para todos, es por ello que se
crea una independencia del conglomerado de la administración pública, de tal
modo que la única beneficiada de la ley y las normas sea la misma sociedad.
Pues entonces ¿Dónde
termina la justicia? La justicia puede terminar: cuando la ley o el
procedimiento no son favorables, cuando el Juez ha permitido que su decisión se
vea afectada por intereses económicos o afectivos; en la ignorancia o
negligencia del administrador de justicia, pero para la gran mayoría, la
justicia ha terminado cuando las condiciones sociales en las que viven son
abismales, allí termina la justicia para una gran mayoría identificados como
delincuentes comunes, gente que se ve tildada por la misma sociedad, los mismos
que como fieras se lanzan a devorar a sus enemigos, sin saber que muchas de las
personas a quienes atacan están a su favor.
Allí termina la justicia para ellos, allí termina cualquier afán de decirle al administrador de justicia
que su dolor social es inevitable, que su inteligencia ya no responde a
estímulos afectivos, que su piel se hizo dura y recia para aguantar los golpes
y vejaciones, la justicia termina allí, cuando no puede explicar los por qué le
devuelve a la sociedad estos males con intereses; y, parecería irónico, pero la
gran mayoría de estos <<por qué>>, encierran mucha más justicia que
la aplicada en los juzgados y tribunales.
Los derechos de las
personas consagrados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en
tantos otros Tratados y Convenios Internacionales así como en las
constituciones de los pueblos. Solo son el eco que repite lo que la Ley Natural
reclama para cada individuo, surgido de sus entrañas; y, es de sabios entender
que no se le puede quitar a la naturaleza lo que le corresponde, ella tarde o
temprano reclama su lugar. Eso explica la presencia de enfermedades del cuerpo
y eso mismo explica las enfermedades sociales que padecemos.
Pues entonces, ¿dónde
termina la justicia? Si no es en el derecho, no se trata de darle a cada uno de
lo nuestro, se trata de devolverle lo que le corresponde en todos los niveles.
Porque en este momento más importante que ser legales es en extremo necesario ser
rectos. Allí terminará la justicia su recorrido, e iniciará su recorrido el
derecho. Entonces luego podríamos hablar con claridad de <<la terminación
del derecho propio y el inicio del ajeno>> porque ya a cada uno se le ha
devuelto lo suyo, entonces brillará la
justicia como el sol y nos alumbrará y cobijará a todos.
Nos toca entonces hacer un
éxodo; emigrar, salir, dejar de lado los conceptos vacíos y la letra muerta e
iniciar una nueva vida basada en el derecho y la rectitud de vida.
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