Por: Luis Litardo
Cuando las palabras no sirven para edificar, cuando no sirven para favorecer al objetivo, cuando esas palabras podría ofender al presente, cuando esas palabras hablan negativamente de quién no está presente, cuando esas palabras son dichas desde la subjetividad, el dolor o la ira contenida.
Esas palabras, escritas o habladas no son palabras que aportan al bien , esas palabras no debieron ser pronunciadas, esas palabras no debieron existir.
Porque si bien, si para algunos no existe el arrepentimiento sobre los dichos y hechos, para mucho otros si existe el dolor y la ofensa, y no significa que no amemos, significa que no fuimos prudentes para amar, porque digimos lo que nos plació pero no lo digimos con amor, porque no pensamos en edificar, porque no pensamos en favorecer, solo pensamos en hablar, en pronunciar palabra de cualquier modo que fuera posible, y eso no es libertad, eso es vivir preso del odio, la venganza y la maldad.
Las personas buenas solo pronuncian palabras para edificar.
La ira el resentimiento y el dolor solo les sirve para la composición de versos que pudieran en su momento utilizar para ganar algo para si o aportar desde esa experiencia a los demás.
Los tiempos difíciles siempre son tiempos presentes, los tiempos de dar son menos que los de recibir. Entonces la medida de lo que das, es la misma medida de lo que recibirás.
La palabra que no sirva para edificar tiene necesariamente que volver a ser procesada antes de salir como materia terminada.
Que la palabra sea para <<benedicere>> "bendecir" decir o desear el bien que es lo mismo.