Compañero de la JRAP, les
escribo compartiendo los mismo propósitos que ustedes, quizá en mis años
notoriamente mayor a ustedes, pero con el mismo espíritu joven y entusiasta,
cargado de sueños irrealizados por la debacle que nuestro país vivió en décadas
anteriores debido a los hechos legibles en la historia narrada por cualquier
historiador.
Décadas
de insoportable sometimiento por la fuerza a los grandes y poderosos nacionales
y extranjeros, cuyas secuelas aun hoy las defendemos en la innovación y
reestructuración de los estamentos estatales y el tan anhelado YASUNI ITT al
mismo tiempo en defensa contra las arbitrariedades de la TEXACO CHEVRON.
Hoy
me veo en la obligación moral de escribirles, porque no quisiera que nuestros
días en la JRAP cambien abruptamente, por ninguna circunstancia. Días vendrán
en que nuestra organización acoja a muchos otros miembros, días vendrán en que
los que ahora estamos ya no estemos, días en que nuestros líderes ya no estén.
Esa
preocupación la llevo dentro, por eso les escribo, para afianzar ese espíritu
revolucionario, para afianzar ese espíritu luchador, nunca se dejen engañar por
quienes podría aparecer como PSEUDOS LÍDERES, ovejas disfrazados de lobos, así
está escrito, “heriré al pastor y dispersaré las ovejas” es decir que a falta
de los que han estado sosteniendo el proceso desde el inicio, las convicciones
de la organización puedan cambiar de rumbo y desvirtuar la lucha y la identidad
que hasta ahora se ha mantenido. Días en que aparecerán ambicionando el poder,
gentes con recursos económicos atrayentes que llamarán la atención a los
débiles “revolucionarios”, días en que el compañero Presidente Correa no esté y
tengamos que luchar de otra manera, como lo exponía Diego Machuca, incluso “
ofrendando la propia vida por mantener los ideales” ese espíritu es el que debe
prevalecer, no el de políticos cómodos, acomodándose al que tiene el poder o a
quien les ofrece un “puestito” de trabajo, no y un no rotundo a esta viejas
prácticas de la partidocracia derrotada, somos la nueva generación de
políticos, jóvenes pensantes, en el bien común de la patria, con una claridad
total de la historia, capaz de revivirla en cada acontecimiento de nuestros
días.
Somos
la JRAP, no somos un puñado de asalariados cobardes, serviles y rastreros,
somos un grupo digno, un grupo que tiene dignidad y trasmite dignidad, somos
esa generación nueva que la patria grande necesita, como lo hemos comprobado en
cada viaje, jóvenes de diferentes latitudes de nuestro continente, agrupados
por los mismo ideales, jóvenes latinoamericanos pensando en el BUEN VIVIR,
generación de la esperanza, eso somos.
No cierren la
puerta a los conversos, pero no les den cargos de dirigencia, asegúrense
siempre que quienes estén allí hayan surgido del proceso de formación política,
alguien que haya estado presente con ustedes que haya trabajado con ustedes que
respire el mismo aire que ustedes y que por sus venas corra sangre revolucionaria.
No
se hagan enemigos de los políticos de turno, pero tampoco les entreguen toda su
confianza sin examinar cuáles son sus verdaderas aspiraciones y sin conocer su
historia como político.
Déjense
siempre impregnar por la sabiduría de los viejos y nuevos luchadores, recuerden
que no todo el que te alaga es tu amigo, ni todo el que te humilla es tu
enemigo.
Sean
cautos, estén despiertos, no dejen que el miedo y la desolación los perturbe,
ni permitan que entre a ustedes la ilusión desenfrenada de estar en el poder y
arruine las sanas pretensiones que originaron la presencia de ustedes en esta
organización. Ustedes ahora tienen identidad, brillan con luz propia.
Si
de algo debemos jactarnos es de nuestra lucha por hacer el bien, ese estado
permanente de bondad para con el pueblo es lo que nos dará poder y nos hará
alcanzar las metas, porque si existe alguna institución de carácter político es
para adquirir el poder y poder servir mejor, no es para ninguna otra cosa.
Manténgase
firmes en los ideales, en la formación permanente, en la lucha por alcanzar los
objetivos, en la decencia, en la dignidad y en defender los colores de nuestra
bandera, de nuestra Sur América, de nuestra organización, partiendo por
defender esos cinco pasos a la redonda de patria que a cada uno nos
corresponde, amémonos nosotros mismos, cada uno en particular, nadie da amor si
no tiene amor, amemos a nuestras familias, seamos verdaderos hijos, esposos,
padres, hermanos, amigos; amemos nuestras comunidades, trabajemos en ellas y
para ellas, amemos nuestras ciudades, nuestras provincias, seamos ciudadanos de
bien, entonces ahora sí, amemos nuestra organización, y luchemos por nuestra
nación.
Un abrazo.
Luis Litardo.