jueves, 13 de abril de 2017

EL AMOR NO EXCLUYE EL ERROR


Por: Luis Litardo
Al abordar este tema es necesario reconocer que cuando se habla del amor, siempre viene a nuestra imaginación, una imagen de perfección, de belleza, de confort y éxtasis existencial.

La imagen negativa del mismo, es todo lo que ha logrado producir en nosotros una imagen contraria a lo antes planteado. Dicho de esta manera, la ilusión primera no estuvo o fue efímera; y, el impacto pudo haber sido muy doloroso.

La tentación de pensar en el amor como sinónimo de perfección no está alejada del recto anhelo de los seres humanos, ya que, por  inclinación natural, todos los seres humanos tendemos al bien como a nuestro fin y perseguimos  nuestros objetivos como ese bien tan anhelado.

El impulso de la voluntad nos lleva a amar, realidad que socialmente se la vincula o se la separa de los sentimientos, el cariño o el querer, en la consideración o no de la faceta instintiva del ser humano, (sentir racional - vs - sentir animal).

Que se entiende entonces por amor sino el movimiento de la voluntad hacia el bien, y el amor a una persona o a un grupo de personas determinado, mueve la capacidad volitiva del ser a buscar el bien de la persona o las personas amadas. Entiéndase el bien como aquello que proporcionará al sujeto dicha y felicidad. 

Este tema es aplicable a cada una de las facetas de la vida, tanto en lo personal (amor a uno mismo) en la esfera de la familia (jerarquía de valores) y a la esfera social (laboral o de compromiso y justicia social). En estas etapas siempre que una persona actúa, podría cometer muchos errores, (error de buena fe) faceta de la vida en que ningún mortal queda excluido.

Cuando las personas de buena voluntad actúan por el impulso de la bondad, el acto casi de inmediato podría ser abordado por el error; la prisa y la euforia del momento podría hacer que un acto en sí mismo bueno sea imperfecto en la forma o en el resultado que se quería obtener. De allí se coligue que más allá de ver el fin de la obra hay que primero examinar minuciosamente el fin del agente, el mismo que tiene que ser bueno, además de haber empleado los medios honestos y haber previsto los remedios al efecto malo que se podrían venir.

Cuando vemos que una obra no ha salido a la perfección (en el juicio subjetivo) tenemos que entrar en la esfera del sujeto agente, para poder dilucidad el fin propio del agente.

Aplicado esto, en todos los aspectos de nuestra vida, nos encontramos a diario con personas que realizan obras buenas que no son valoradas o bien apreciadas por pocos o por muchos; y, se hace toda clase de juicios y conjeturas sobre una posible “malicia” sobre el acto realizado, se piensa y se comenta cualquier cosa, se pone en tela de duda su recto obrar y hasta su reputación, se cuestiona y se indaga hasta encontrar algo que alimente los bajos instintos de quien desea poner en duda la honradez y la dignidad del otro.
En el campo político eso es el diario vivir, se ha dicho de todo contra el actual Presidente y vicepresidente, se ha investigado, se ha pedido que hagan declaraciones, se han pedido un sinnúmero de cosas para demostrar que el otro es honrado, cuando por principio de derecho universal, la inocencia no necesita ser probada sino la conducta delictiva.

Todos los seres humanos dotados de inteligencia sabemos bien que <<el amor no excluye el error>> que por mucho bien que queramos hacerle a nuestro hijos no todo lo que les damos les sirve para edificación, dicho esto en todos los campos, ya el afectivo, en la asistencia económica, en el consejo, en el aspecto vocacional etc. Algo hacemos mal contra quienes amamos, que a decirlo en el común -por nuestros hijos estamos dispuestos a dar la vida.

Así es como sucede en todas las esferas de nuestra vida, muchas personas buscan hacer el bien y otras ven en ese bien el mal, o muchos realizando la cosa buena, resulta un efecto contrario para alguien, que al sentirse perjudicado no juzga la bondad sino solo la obra en relación a él.

Desde el punto de vista de la filosofía, la maldad no existe en sí mismo sino en la imperfección de la cosa, como no existe la oscuridad, sino en la ausencia de luz y así, podríamos aplicar este principio a infinidad de cosas.

Por lo que mal esta juzgar o permitir que se juzgue mal los actos que realizan las otras personas, sin la debida motivación probatoria que determine en el plano de lo legal, la imperfección del acto bueno, ya por negligencia, impericia, inobservancia, complicidad, coautoría o cualquier otra categoría contemplada en el derecho o en las ciencias destinadas al estudio del comportamiento y la conducta humana.

Tan saludable es no elaborar juicios sin ser jueces, como es saludable nunca caer en el rumor sino en la corrección del acto imperfecto.

Tener claro siempre esto, nadie obra mal por ser malo (la maldad no existe sino en la imperfección del bien) todos tenemos serias motivaciones para hacer o no hacer algo.

Hay que salir del juicio precipitado y entrar en el análisis del contexto.