1. No depende ni de policías, jueces ni de fiscales; depende de una nula formación permanente en los núcleos sociales, donde más urgencia de ella se tenga.
2. Por un lado la corrupción está en todas partes y por otra hay que considerar que los efectos del alma no los contrarrestan los medios materiales, por muy visibles que éstos parezcan, el alma responde a una faceta espiritual inconciliable con la faceta material.
3. Cuando las leyes son deficientes, y no me refiero aquí a la deficiencia de las penas, sino a que una ley por dura que parezca, podría dar pie a que se la pueda violar o sencillamente desviar de su verdadero sentido, es muy difícil que se cumplan los parámetros de ley establecidos, porque como se dice en derecho: hecha la ley hecha la trampa.
4. Cuando la Fiscalía es la que manda sobre la Policía Judicial, lo que verdaderamente se cumple es la voluntad de los que mandan y no de la policía que hace su trabajo, punto a parte los jueces que reciben de los abogados toda la jurisprudencia para defender a sus clientes, y como lo he escrito anteriormente, si las leyes están mal hechas, qué puede hacer el Juez, ya que si él absuelve o condena a un acusado cuyo argumento legal le permite demostrar su inocencia, aunque la sociedad le condene, el juez tiene que absolverlo y la culpa ya no sería del juez sino de abogado de la parte acusadora, que no defendió a su cliente como debía.
5. En conclusión, cuando un detenido sale en libertad, no solo es culpa de los jueces o de la policía y fiscal, sino de la innecesaria tela de araña de leyes que tenemos, unas contradiciendo a otras que ya están establecidas.
6. Un Código Penal que está en constante evolución, unos documentos de aplicación que tardan mucho más del tiempo establecido.
7. Y es así como nos miden el pendejómetro, la Asamblea reforma las leyes y las publica en el Registro Oficial, pero la policía, ni los jueces, ni los fiscales pueden hacer nada, porque el documento de aplicación no existe hasta mucho después de su vigencia y cuando sale por fin el documento de aplicación, la ley está en proceso de reforma, y así <<in secula seculorum>>.
8. Así que, las motos está bonitas y son importantes, pero no son necesarias para terminar con la delincuencia.
Las motos y todo el equipaje policial, son como un bonito vestido de quinceañera, que cubre muy bien las ruedas de la silla en la que se moviliza la señorita, por bonito que sea el vestido no cubre la realidad.
La realidad es que nuestra sociedad está enferma y lo peor es que queremos curar el cáncer con fiestas, publicaciones en los medios y letreros
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