viernes, 24 de abril de 2020

UNA NECESIDAD ESPIRITUAL.

Por : Luis Litardo

Osadamente me han preguntado: ¿Para qué escribes si nadie lee?

He tomado mi pausa, como quien se aleja por no manifestar gesto de dolor a los presentes, volviendo en sí dejé escapar un suspiro que más parecía la Ruah.

Me aproximé sin enfado y suavemente respondí:

Se muy bien que la gente no lee; más, igual o mejor que vos, pero ¿Qué sabes tú de su necesidad de leer? y ¿Qué sabes tú de mi necesidad de escribir?

Elevé lentamente el tono como quien quiere dejar muy claro lo que va a decir y continué.

¡Yo no escribo para que me lean, como no hablo para que me escuchen! ¿Qué te ha hecho pensar eso?

Bajando el tono expresé suavemente
¡Yo escribo para liberar el alma!
Escribo porque es una necesidad en mi vaciar mi espíritu y dejar volar las palabras tal y como mi Alma me las dicta.

Como el niño de pecho que llora por hambre o por dolor como manifestación de su incapacidad para decir ¡tengo hambre o me duele!

Por eso escribo, porque soy débil y no puedo callarme las muchas cosas que guarda mi espíritu.

No se puede pedir a las piedras que vuelen, ellas solo lo harían por efecto de gravedad.

Así es como buscan ansiosamente una Biblia para llenar su espíritu, porque los agarró desprevenidos una necesidad.

Ahora leen por necesidad, tal como la piedra cae por la gravedad.

Entonces, fíjate bien, No escribo por gravedad, es decir, ¡No lo hago para alimentar mi ego! lo hago por necesidad de libertad, de esa libertad que quien no lee ignora y quién escribe disfruta en cada palabra escrita.

Si deseas ejemplificar, leer es la energía y escribir son las patas que impulsan el vuelo del espiritu.

Yo escribo para poder trascender de este cuerpo mortal, para poder descubrir el más allá y mostrarlo a los que se arriesguen a más.

Yo no escribo para saber si leen o para saber si les gustará.

Por eso no me hago la idea de un público clientelar, porque al escritor solo le basta volar.

jueves, 23 de abril de 2020

COSAS QUE APRENDI

Por: Luis Litardo

En la vida aprendí que para salir adelante debes tener dos cosas: un buen nombre y buenos amigos.

Aprendí, que el título no es sinónimo de trabajo ni este sinónimo de estabilidad.

Aprendí, que los sueños son para hacerlos realidad y no para contemplarlos eternamente.

Aprendí, que la familia son alas y no anclas.

Aprendí, que la filosofía no te da dinero y el no filósofar te trae muchas pérdidas.

Aprendí, que la prudencia es la medida exacta entre lo que se debe y no se debe hacer.

Aprendí que hablar no es lo mismo que comunicar.

Aprendí, que lo más hermoso hay que crearlos a la medida de nuestros deseos.

Aprendí que las personas ruidosas tienen como necesidad, el hacerse notar.

Aprendí, que nuestros hijos en realidad son los hijos de la vida.

Aprendí, que la sinceridad solo es apreciada y por quienes la aman.

Aprendí, que el amor no tiene nada que ver con sentimientos sino con la voluntad.

Aprendí que quien busca ser amado se olvida de amar.

Aprendí, que aquello que todos buscan se llama bien.

Aprendí, que no todos deben conocer la verdad pero tampoco se les debe mentir.

Aprendí que a la mentira más grande se le llama piadosa.

Aprendí que las letras son signos que no significan nada pero lo expresan todo.

Aprendí, que un abrazo transmite la energía positiva que llevas contigo y es mucho más significativa que el efímero estrecho de manos. Por eso hoy os envío un abrazo.