martes, 7 de marzo de 2017

Lenín es la salida

Una gran mayoría de periodistas odia la ley de comunicación como una gran mayoría de abogados odian la defensora pública, así se extiende el odio a quienes se ven afectados por las políticas estatales destinadas a llevar al pueblo a nuevos derroteros.
Hay que ser verdaderamente libre para mirar las cosas desde la perspectiva nacional y dejar a un lado el egoísmo, pensar que, <<lo que molesta a mi patrón me molesta mí>> eso son secuelas de ese viejo adagio infundido en las mentes de los esclavos en épocas de huasipungo, “si el patrón tiene, yo tendré”.
Yo fui un detractor del presidente Correa, pero no pude negar más lo que mis ojos veían, mi amor a la patria superó mi egoísmo y desde entonces defiendo este proceso, porque así lo entendí, un proceso que requiere de muchos años de dedicación.
Doscientos años de repartición de los recursos naturales no se los puede superar en diez años, una generación de personas pensando de una manera no se la puede superar en diez años, la mediocridad de vida es un tema generacional. Se requiere de tres generaciones para saborear todo lo que se está haciendo.
Tenemos que entender la constitución no como ley sino como proyecto de cambio generacional, requiere mucho más que pronunciar letras para componer palabras. Hay que entender que aún quedan políticos como Nebot y sus aliados, aún quedan quienes deben defender sus robos y violaciones de derechos como Lasso, hay que entender que la personificación de Bucaram es Páez. Hay que entender que a los jóvenes pobres de ayer nos robaron el futuro y hasta las ganas de vivir.
Todos mis amigos de infancia de escasos recursos viven de mano de obra barata, pocos salimos regular, los únicos que conozco que están medianamente bien son los hijos de quienes tuvieron algo de dinero, pero la mediocridad de vida los llevó a la ruina y no son más de nombres ni apellidos.
La viveza criolla era sinónimo de inteligencia, ahora solo los inteligentes entran en las universidades, antes era un palanqueo y el escaso recurso logístico de las universidades hacían que los jóvenes busquemos estudiar algo en algún instituto particular (sin importar donde estaba ubicado) o los llamados “institutos técnicos superiores” que pululaban en el ambiente académico o como oferta profesional a la escases de cupos en las universidades, o debido en mucho a que los costos eran superados por la adquisición salarial dichos títulos que al parecer caducaban con tu edad, porque nunca dieron estabilidad laboral ni garantía en la remuneración.
Así debió ser siempre, que solo los mejores ocupen los cupos en los centros educativos y luego en los cargos públicos, aunque aún persisten los rezagos del pasado, la corrupción heredada, cambios que hay que trabajarlos duro para que el país sea el país del buen vivir, y ¡lo peor que podemos hacer! Es: desconocer y rechazar el proyecto constitucional por la simple simpatía a una persona; y, lo que es peor aún, darle voto a quien no se merece ni la mirada misericordiosa del pueblo.
Soy una víctima del sistema, que nos sometió al dominio del patrón y a pensar que los burócratas eran los jefes de la ciudad, a quienes había que tratarles como señores más que como servidores, en mi ignorancia creía que eso estaba bien.
Soy una víctima de un sistema que hace mucho lo veía decadente, que hace mucho clamaba por un líder que ponga las barbas en remojo de tantos dinosaurio político, que se lucraron del pueblo haciéndose eternos e insustituibles en la asamblea, en las prefecturas y en los municipios, soy parte de esas víctimas que los hicieron señores a quienes nos tiranizaban.
Desperté tarde y tarde reaccioné, aunque sabía en teoría lo que pasaba, me indignaba pero no actuaba, hasta que llegó Rafael, el líder que todo el Ecuador esperaba.
Le seguí de lejos y luego de cerca, luego descubrí que había algo más poderoso que él, se trataba de la constitución, y que si algo debíamos defender eso era, la constitución, constitución garantista de derechos, y es allí donde todo me queda claro, porque llevaba varios años repudiando la constitución del 98 y ahora, ya tenía un marco constitucional que protegía a mi gente, protegía a los más necesitados de la patria, entonces el líder pasó, él no se convirtió en caudillo, él nos dio la razón de esperar y la razón para luchar.
Ahora, se claramente que no debo defender a nadie y así es, no defiendo a nadie ni estoy apoyando a nombre alguno, apoyo un proceso de reformas judiciales, de reformas legales, de reformas morales, de reformas estructurales y de reformas institucionales; en fin, de reformas las que sean, para que nuestro Ecuador se ponga a la par de países civilizados y de primer orden.
Por eso apoyo a este proceso de revolución ciudadana no a “Juan Pérez” o “María Morales” no me importa quien esté de candidato, si este me garantiza que va a defender la constitución, es decir mis derechos como ciudadano.
El voto por Lenin es el voto por continuar la línea del progreso equitativo, para que exista una clase media sólida y una clase alta honesta y honrada. Sin explotación laboral al pobre.
En este camino, da mucha pena que los pobres piensen en votar por quienes los hicieran pobres o por lo menos, por quienes los mantuvieron pobres, y se olviden de quien dio dignidad a las personas discriminada a quienes pronto se les reconoció como personas con capacidades diferentes en lugar del denigrante término de <<discapacidad>> a quien devolvió la esperanza a quienes ya no tenían nada que alegar en su defensa y en favor de su dignidad, que se dé la espalda a quien defendió el derecho de los más vulnerables, que se olviden del finalista del premio nobel. Así es como se paga a la bondad de un hombre bueno por eso es que la ruina ronda nuestras casa.

Desde niño aprendí que el bien nacido debe ser <<bien agradecido>>