EL DILEMA MORAL VII
JERARQUÍA MORAL
La jerarquía moral tiene que
ver con una educación en virtudes, esto es una especial formación permanente en
el área de la moral y así podremos ir enumerando algunos detalles de
acuerdo a cada virtud en especial, sin hacer de este material un tratado
de moral fundamental, sino solo atendiendo a la virtud en especial.
Siempre es bueno en los niños
ir creando un ambiente de diálogo y comprensión, porque los niños son el reflejo
de lo que son los adultos, esto dicho en un porcentaje muy alto y así a padres
irrespetuosos, hijos mal portados o como se lo quiera entender mejor, como lo
diría Jesucristo, “no se cosechan uvas de los espinos”… porque “al árbol se lo
conoce por su fruto”. Si queremos tener hijos comprensibles, tenemos que ser
padres comprensibles.
El comportamiento de los
padres será en sí lo que dará a los hijos los cimientos de ética y moral, no se
pretenda nunca que los hijos serán distintos
a nosotros, de cinco hijos uno podría ser diferente, de uno a tres, no tenemos
ninguna garantía de tener un hijo diferente, ellos será el fiel reflejo de
nosotros o de lo que nosotros hayamos hecho con ellos.
Como ejemplo un hijo que ha
recibido golpes desde muy pequeño, será un hijo que le gustará agredir a otros,
mientras que un hijo que no ha recibido golpes, será una persona abierta al
dialogo en cualquier circunstancia de la vida. No es posible creer que los
hijos no nos hacen caso, lo posible es creer que nosotros somos incapaces de
crear un ambiente para que nuestro hijo nos obedezca. Tenemos que dejar de
creer que el niño es malcriado, los niños son lo que aprenden a ser y así es como impera en él la
injusticia, porque las órdenes que recibe provienen de un estado de ánimo
irracional, es decir, se les habla o golpea con crueldad cuando se tiene ira,
mientras tanto no, y eso prepara al niño para ser injusto y usar el espacio
como de costumbre sin advertir que ese no es el momento de actuar de esa
manera.
Si los adultos creamos en los
hijos esa jerarquía moral, los hijos crecerán de tal manera, que con solo la
mirada del padre o la madre ellos ya sabrán que hacer, sin miedo a ser
castigados, sino atendiendo a las razones por las que tienen que actuar,
siempre, sin necesidad de recurrir a los golpes o los gritos.
Y así, si el niño aprende que
tiene que respetar a los adultos y que debe pedir las cosas y no tomarlas, al
momento de emplear estas dos jerarquías
al mismo tiempo descubrirá, que si se porta mal con un adulto, le será negado
también lo otro. Esta forma de enseñanza debe mantener una constante
permanencia.
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