EL DILEMA MORAL IV
LOS HIJOS
O
la prole, son el fruto de la unión marital entre un varón y una mujer, pero
existen hijos no naturales obtenidos por vía de adopción, los mismos que tienen
igual derecho que los hijos naturales.
Los
hijos constituyen el segundo eslabón en la jerarquía de valores, por dos
razones fundamentales, la primera por ser el fruto de los padres y la segunda
por su carácter de fragilidad, los mismos que necesitan el sostén y apoyo de
los progenitores y de la sociedad.
Entre
los hijos con relación a los padres no existe diferencia en el carácter jerárquico,
por lo que ningún hijo debería ser más
querido que los otros, pero si existe una jerarquía en cuanto a la madurez y la
responsabilidad que derive de ello.
Con
normalidad los hijos con rango de autoridad son los mayores, a ellos se les
confía el cuidado de los hermanos menores y se les encarga tareas que favorecen
a desconcentrar la actividad de los padres ya en relación a los hijos ya en
relación al cuidado de la casa, también asumen rangos jerárquicos, los hijos
más obedientes, maduros o los que poseen ciertas cualidades de liderazgo, estos
son de mayor confianza debido a que sus padres o representantes pueden confiar
en ellos sin la presencia de ningún adulto.
Para
los hijos en cambio, el primer eslabón es el de los padres, los padres de sus padres
y luego sus hermanos en cuanto a la filiación, enseñándolo de esta manera, los
hijos tendrán siempre un referente de autoridad y se adecuarán a vivir en una
sociedad donde siempre tendrán una autoridad a la que hay que respetar.
Cuando
se delega responsabilidades paternas a los abuelos, es necesario tener en
cuenta que no siempre los abuelos son buenos criadores de hijos, los abuelos
están más relacionados por el lado del afecto que el de la corrección, tarea
que casi siempre queda en manos de los padres. Si se llegó a delegar, cuide que
los abuelos no estén restando autoridad a los padres, esto conllevaría a –Posteriori-
a tener una sociedad corrupta, donde las personas se acostumbrarían a no acatar
las disposiciones de su jefe inmediato o de la autoridad, por llegar a la
máxima autoridad, saltándose la jerarquía ya implantada, a eso en cualquier
sociedad del mundo se le conoce con el nombre de corrupción.
Educando
a los hijos así, solo contribuiríamos a corromper más la sociedad.
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