domingo, 23 de septiembre de 2012

EL DILEMA MORAL IV LOS HIJOS


EL DILEMA MORAL IV

LOS HIJOS
O la prole, son el fruto de la unión marital entre un varón y una mujer, pero existen hijos no naturales obtenidos por vía de adopción, los mismos que tienen igual derecho que los hijos naturales.

Los hijos constituyen el segundo eslabón en la jerarquía de valores, por dos razones fundamentales, la primera por ser el fruto de los padres y la segunda por su carácter de fragilidad, los mismos que necesitan el sostén y apoyo de los progenitores y de la sociedad.

Entre los hijos con relación a los padres no existe diferencia en el carácter jerárquico, por lo que  ningún hijo debería ser más querido que los otros, pero si existe una jerarquía en cuanto a la madurez y la responsabilidad que derive de ello.
Con normalidad los hijos con rango de autoridad son los mayores, a ellos se les confía el cuidado de los hermanos menores y se les encarga tareas que favorecen a desconcentrar la actividad de los padres ya en relación a los hijos ya en relación al cuidado de la casa, también asumen rangos jerárquicos, los hijos más obedientes, maduros o los que poseen ciertas cualidades de liderazgo, estos son de mayor confianza debido a que sus padres o representantes pueden confiar en ellos sin la presencia de ningún adulto.

Para los hijos en cambio, el primer eslabón es el de los padres, los padres de sus padres y luego sus hermanos en cuanto a la filiación, enseñándolo de esta manera, los hijos tendrán siempre un referente de autoridad y se adecuarán a vivir en una sociedad donde siempre tendrán una autoridad a la que hay que respetar.

Cuando se delega responsabilidades paternas a los abuelos, es necesario tener en cuenta que no siempre los abuelos son buenos criadores de hijos, los abuelos están más relacionados por el lado del afecto que el de la corrección, tarea que casi siempre queda en manos de los padres. Si se llegó a delegar, cuide que los abuelos no estén restando autoridad a los padres, esto conllevaría a –Posteriori- a tener una sociedad corrupta, donde las personas se acostumbrarían a no acatar las disposiciones de su jefe inmediato o de la autoridad, por llegar a la máxima autoridad, saltándose la jerarquía ya implantada, a eso en cualquier sociedad del mundo se le conoce con el nombre de corrupción.

Educando a los hijos así, solo contribuiríamos a corromper más la sociedad.


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