domingo, 23 de septiembre de 2012

EL DILEMA MORAL III EL PRÓJIMO


EL DILEMA MORAL III

EL PRÓJIMO
Para las personas que sostiene alguna creencia religiosa, el primer lugar lo ocupa Dios, luego el prójimo. El prójimo sería el primer momento de nuestro análisis.

Según las enseñanzas cristianas, el prójimo es toda la gente, pero esta gente sostiene también una jerarquía y es así como lo vamos a clasificar: El primero de entre el prójimo, soy yo, mi yo es mi primer prójimo, a quien debo amar y respetar, y solo en la medida del amor que me tenga seré capaz de amar o estimar a los demás, este amor, no debe ser excesivo, antes bien debe ser justo, de tal manera que no nos otorguemos un cariño excesivo, viciado por el egoísmo.

La razón es porque <<prójimo>> proviene del latín <<próximus>> significa <<próximo>> es decir el más cercano. En este punto entra la voluntad, que impera sobre las decisiones de las personas haciendo que estas opten por cualquiera de las alternativas planteadas. En el caso de la pareja, esta es de opción racional, por lo que se excluye el rechazo entre ellos.
 
Luego de nuestro yo, existen otras personas que viven con nosotros, como lo es la pareja, es esta persona la que ocupa el segundo lugar, casi en completa igualdad con el yo, nunca menos siempre igual.

La pareja constituye nuestro segundo prójimo, a ella nos sometemos como a nuestra propia voluntad, quizá muchos se preguntaran y porque entonces existen las separaciones, la respuesta es simple, la persona que vive con nosotros debe darte igual trato, caso contrario, no puedes bajo ninguna circunstancia permitir que alguien este anulando tu propia estima, y cuando el conflicto subsiste aun a pesar del amor que se tenga alguna de las partes, es necesario que por un tiempo ellos se alejen, con la finalidad de valorar las cosas que no valoraron mientras convivían.

La pareja siempre será nuestro primer prójimo aun a pesar de las dificultades en la convivencia, por naturaleza, si existe un conflicto, o emergencia, siempre se tenderá a defender las causas de la pareja antes que cualquier otro incluso por sobre los hijos y los padres.

Seguro parecerá esto contradictorio a la concepción originaria de la vida, tal y como la concebimos en la actualidad, la misma que tiene una mezcla de valores y antivalores, donde la virtud es un defecto y los vicios son alabados.

Por eso estamos como estamos, clamamos a Dios y parece no escucharnos, pedimos más resguardo policial, pero es sacrificio inútil, si en el seno de las familias, no existe un ápice de voluntad para enmendar lo que está mal dirigido.

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