Por: Luis Litardo
Populorum Progressio, asi tituló
el Papa Pablo VI su Encíclica publicada el 26 de Marzo del 1967 justo en el
tiempo que había escapado al concilio una mirada a la realidad adecuada al tiempo
y el mundo concentró su expectativa en esta visión de la Iglesia.
En aquel entonces los pueblos del
tercer mundo son auxiliados por una ola misionera que se destaca en la opción
por los más pobres a quienes iluminaban con su presencia y doctrina desde los
distintos modos de percibir las realidades, todo esto se vivió en una clima de
cambios y nacimientos de nuevas ciudades ubicadas estratégicamente las mismas
que con el apagón de los puertos fluviales de las ciudades que nacieron junto a
los grandes ríos y el auge de la línea férrea y las nuevas vías para transportes
de pasajeros, se convirtieron en ciudades de paso y grandes centros de
intercambio comercial, tiempos en que los grandes puertos marítimos permitían con
facilidad sacar los productos en su inmensa mayoría provenientes del campo.
Durante todo este tiempo ciudades
como Vinces y Babahoyo que crecieron junto al río y contaban con gran poderío comercial,
sintieron el apagón, debido a que el transporte terrestre era más rápido que el
fluvial. Allí se detiene el progreso, allí se apagaron estas ciudades y dieron
paso al surgimiento de otras ciudades, como los son, Milagro y Duran en la provincia
del Guayas, Quevedo, en la Provincia de Los Ríos, Manta en Manabí y Santo
Domingo de los Tsáchilas; otra de las ciudades que creció rápidamente fue Machala
en La Provincia del Oro debido al puerto de mar aunque esta ciudad en la historia ya tenía su
lugar.
Los que hemos podido indagar en
la historia de los pueblos de nuestro Ecuador, nos damos cuenta que las ciudades crecen y se paralizan, debido a lo
cambiante de las circunstancias y de las cosas que me pregunto, con un poco de
preocupación es el futuro de la Ciudad de Quevedo con el nuevo anillo vial, por
lo mismo que la historia nos ha mostrado, es como estas ciudades comerciales,
que de un momento a otro son aisladas de las líneas de intercambio comercial,
se estancan, no así las ciudades de tradición.
La súper carretera Manta Manaos, ocasiona
el cierre de un circulo que pasa por los límites del cantón, al mismo tiempo
que excluye la posibilidad de que camiones de carga pesada puedan ingresar, y
lo que se ve venir, es un aumento del comercio en la ciudad de Portoviejo por
su influencia política, además de su ventaja como más próxima al puerto, esta
es la costumbre, que los lugares más cercanos a los puertos se constituyan en bodegas,
así lo fue Machala, creciendo junto a Puerto Bolívar y así le ocurrió a Duran
junto a Puerto Marítimo, de las dos ciudades, Machala brillaba con luz propia,
mientras que Duran crecía a la sombra de un Monstruo y cuyas consecuencias de
separación aun la están pagando.
Mientras que las ciudades del
interior, las que distaban a más de una hora de camino, se apagaban y solo eran
usadas para el tránsito de cargas, las fabricas que habían en Babahoyo huyeron
a instalarse en lugares más cercanos a los puertos, las empresas buscaron
oficinas junto al centro de intercambio comercial, dejando a estos pueblos en
un total abandono a merced de los gobiernos de turno y de lo poco que el implacable
temporal invernal que le azotaba le permitía producir, dejó su hegemonía de “bodegas
reales”, dejó de ser la segunda en importancia comercial, para convertirse en
el patio de Guayaquil. Sus mismos hijos decidieron abandonarla, muchos de los
apellidos conocidos en Guayaquil, son apellidos de hijos de la ciudad de
Babahoyo, allá fueron a poblar Urdesa y mucho después Entre Ríos de Saborondón.
La toma de decisión fue oportuna, debíamos hacer énfasis en la historia para
poder sostenernos, debíamos retomar la épica para levantar la estima de nuestros
hermanos, teníamos historia escrita en 1820 y 1845, que nos trajeron como
consecuencia la creación de la Provincia y el nombramiento definitivo como su
Capital, por todo ello no podíamos terminar así, esa fue la lucha, esa fue la hazaña
y así revuelta tras revuelta, pelea tras pelea, por años y décadas hasta que decidimos
retomar las riendas del liderazgo provincial, llenos de asombro en este ultimo
tiempo por el despunte económico de nuestra hermana Ventanas.
El no conocer la historia, ocasiona
que se repitan los errores, el no contar
con liderazgo serio, significa convertirse en un barco a la deriva, quedando a
merced de los vientos.
La lucha que se sostenía contra
los intereses despiadados del capital y la neo colonización en tiempos de la Populorum
Progressio, es la misma lucha que se escucha hoy en día, este progreso de los
pueblo lleva consigo, que los pueblos se preparen para la perpetuidad, no con
meros anhelos y discursitos demagogos, sino de forma veras. ¡Hay! de los
pueblos que no estén apoyados con solides en la historia.
Las raíces culturales, la historia,
la preparación de su gente y una base económica sólida, son un pilar
fundamental para que los nuevos pueblo, ahora ciudades de importancia, se
mantengan y no sean como aquellas que crecieron a la orilla de un río o junto a
una línea de tren o carretera, estos puntos de crecimiento son efímeros, así
hay muchos otros pueblos que se estancaron cuando el tren dejó de hacer su
estación, cuando las navegaciones ya no llegó a sus puertos y cuando los
camiones ya no llevaron su carga. Las empresas huyen, los trabajadores emigran,
los profesionales se van.
Destino ruin, efímera Pelonería.
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