sábado, 21 de noviembre de 2015

Sociedad en Zozobra

Por: Luis Litardo
Entendemos a la sociedad como un conjunto de individuos unidos por una finalidad; cuando hablamos de sociedad, entonces, inmediatamente hablamos de bien común, de justicia, de paz, de solidaridad, de sociedad de bienestar y porque no decir del buen vivir.

La sociedad así entendida genera por su misma índole un estado de seguridad. Entonces no es el estado entendido como gobierno quien da la seguridad, sino que es ese conjunto de ciudadanos los que percibiendo su necesidad, buscan por su misma naturaleza la seguridad, de allí brota como hijos de distintas edades y con diversos carismas, los modos de seguridad, y así tenemos, la seguridad social, la seguridad de las fronteras, la seguridad y es resguardo policial, la seguridad de nuestras viviendas etc.

En el tema que nos ocupa, buscamos una seguridad policial, una seguridad que nos proteja con justicia, de tal manera que frente al agresor, podamos nosotros tener  instituciones que nos protejan y nos auxilien y obren conforme a derecho. Entonces nosotros nos sentiremos seguros.

La sociedad así entendida, debe entonces procurar que esa institucionalidad sea justa, eso como garantía de su desarrollo, porque una sociedad injusta no desarrolla, no evoluciona, involuciona, decrece, se marchita y muere.

Y ¿quiénes forman la sociedad? La sociedad la forman personas, dotadas de inteligencia y voluntad, personas de diferentes modos de ser, pensar y creer, a quienes les une ese principio de unidad, por el que tienen necesidades comunes, necesidades que a diario comparten y necesitan estar seguros que el propósito de esta unión es triunfar juntos salir librados de lo que les aqueja. Y es allí cuando las sociedades sienten la necesidad de organización. Cuando perciben que su finalidad está en juego.

Entonces se refuerzan, se arman y se forman brigadas de vigilancia comunitaria, se acentúa más en el tema que les aqueja y es que sin darse cuenta, las personas se mueven por el instinto de supervivencia. Ese instinto es parte de nuestro ser primitivo, vivir en clanes, comunidades para auto protegerse, se fortalecen aún más en el campo de la defensa pero se olvidan de algo fundamental, que consiste en preparar a las nuevas generaciones en culturas de paz.

Cuando ese sentido de paz se deja de lado, podríamos exterminar al enemigo exterior y de pronto estaríamos viviendo con nuestro propio enemigo, porque hay que entender que una sociedad tiene tres momentos para su realización.

Primero.- una sociedad perdura en el tiempo dos.-recoge el pasado y tres.- prepara su porvenir, cuando las sociedades realizan acciones que no fortalezcan la historia, esas acciones serán olvidadas en el tiempo sin fruto ni raíces porque no han generado un cambio, como quien para no tener piojos se los saca, pero sigue durmiendo en cama de piojosos y teniendo trato cercano con animales infectados de esta plaga, como comprenderán, solo se libera un instante del mal.

Lo mismo puede pasar con nosotros, si es que lo que buscamos es acabar con la delincuencia, pero no crear estructuras justas, porque hay que entender a la sociedad en su conjunto en una constante de acción reacción y de allí la evolución o involución. El crecer o el desaparecer, dependerá ante todo de lo que hagamos, si buscamos hacer cosas para que perdure, hay que mirar primero a la justicia, entendida como esa voluntad constante de dar a cada quien lo que le corresponde.

Si una sociedad no mira a la justicia sino a una inmediata tranquilidad, podría ser que se la logre, pero esa tranquilidad de momento no garantiza a las futuras generaciones una sociedad justa y pacífica.

Hoy tenemos en nuestras manos, ese ir creando instancias de justicia social, organizándonos y compartiendo desde dos polos en un lado, el principio de unidad que cobija a toda sociedad, es decir saber bien que cosa es lo que nos une, y; dos la permanencia en el tiempo. Que esto que hagamos para bien hoy, no sea solo para este rato, de tal manera que las futuras generaciones sigan el ejemplo y no solo eso, sino que tenga unas bases sólidas para ellos continuar y perfeccionar lo que estamos haciendo.


Es allí donde se hace necesario antes de pensar en la injusticia que se nos comete, pensar en la justicia que como sociedad necesitamos, justicia que nos dará a cada uno lo esencial para nuestra completa realización humana. De lo que hagamos hoy será el orgullo o la vergüenza del mañana, pero a pesar de que las cosas no salgan tan bien, lo peor que podemos hacer, es no hacer nada. Edmundo Burke decía “lo único que se necesita para que el mal triunfe es que los buenos no hagan nada”.

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