Por Luis Litardo
Cuando realizaba mis estudios de filosofía, llegó procedente de España un profesor a dictarnos un seminario en el que como una constante se refería a este tema.
Yo en mi ignorancia experimental de la materia en cuestión, no lograba entender de qué iba el asunto, pero en el trascurso del tiempo, esta constante académica del “perverso genio de la sospecha” ha calado hondo en mi apreciación de la realidad y me ha impulsado a redactar estas letras.
Y sin que el tema del seminario haya sido el del “perverso genio de la sospecha”, se lo relacionaba con muchos factores de la vida, porque éste “perverso genio” está presente en todos los ambientes de la vida cotidiana y casi siempre termina metiéndonos en problemas y socavando las relaciones humanas fundamentales.
La crisis de relaciones humanas, en casi todos los casos, tiene que ver con este perverso genio, por el que se duda de las acciones, de las intenciones y hasta de la reputación de las otras personas, de quienes desconocemos, en la gran mayoría de los caso y, simplemente conocemos su figura y alguna que otra información de fuentes confusas, o lo que es peor, de personas que tienen por “oficio” hablar mal de todos o ser en extremo negativas.
Las clásicas se las encuentra en el estado laboral, cuando las personas que allí se encuentran tienen mayoría de edad, y se conoce algo de la historia de su familia, de sus colegio o de la vida afectiva de esta persona, entonces es cuando aparece el perverso genio de la sospecha, recogiendo la parte negativa de la historia de esta persona y divulgándola en forma socapada, como para no dar a notar que se sabe algo de ella.
El conflicto se genera, cuando el ambiente se torna insostenible por la poca confianza que inspira la persona a quien se le está etiquetando de algo que podría no ser verdad, el problema que genera esta circunstancia de tipo socio – marginal, conlleva a que en este grupo social, las relaciones afectivas dejen mucho que desear, por el sencillo hecho que la vida de la persona cuestionada genera algún grado de malestar.
Este modo de vida, casi siempre se da en las ciudades pequeñas, donde la historia de cada persona es de fácil acceso, no así en las grandes ciudades, donde cualquier noticia tarda más en llegar, pero que no está ajenas de ser víctimas del perverso genio de la sospecha, ocasionado por alguna persona que anda en busca de información de otras personas y posee la debilidad de formular juicios precipitados
Este tipo de personas disociadoras, están presentes en todos los ambientes, y no existe en el mundo una comunidad humana donde no esté presente “el perverso genio de la sospecha”, que aparece de múltiples formas.
Como duda.- La duda se la entiende como la suspensión de juicio, por ello, una duda puede traer consigo múltiples factores, que podrían desarrollar una especial atención sobre singulares aspectos de la otra persona o determinada circunstancia y suele aparecer cuando no se tiene certeza de algo o simplemente se ignora lo esencial de la materia o del acto, cualquiera que este sea.
La duda puede degenerar en simples especulaciones infundadas, debido a una mala aplicación de la lógica en personas con características mecánicas poco dadas al análisis de los acontecimientos, y más dadas a lo que se percibe con los sentidos exteriores o habituadas a funciones concretas. Este modo habitual de juzgar sin juicio, y de argumentar sin ciencia, lleva a emitir opiniones efímeras, pero en la persona que las emite, sostienen una especial importancia al tratarse del <<juicio propio>>, debido a la mal sana costumbre, de creer que todas “las opiniones deben ser respetadas” si bien es cierto, que todos merecemos respeto en cuanto a nuestro modo de percibir las realidades, pero hay que tener mucho cuidado a la hora de opinar sobre la calidad moral de las personas, eso puede envolvernos en serios problemas capaces de generar otros tantos.
La clásica y desproporcionada figura de pensamiento que enrolla nuestro colectivo social, nos lleva a especular sobre diversos temas de la vida cotidiana, y fuera de nuestro entorno de convivencia habitual, las cosas nos aparecen como raras y lo primero que nos brota es el cuestionamiento.
Cuestionamos, la estructura arquitectónica, la forma de vestir, de hablar, de mirar, de conversar, de vivir y una gama insospechada resumidas en un interminable etcétera del universo de formas de vida existentes en nuestra era global.
Nuestra posición frente a la duda es de permanecer inmóviles en lo concerniente el juicio, frente a la insospechada realidad oculta tras los velos de la duda, que detiene toda certeza pero podría despeñarnos al abismo de la crítica destructiva, donde los únicos perdedores serán los emisores de la falacia.
Lo recomendable en estos casos es aplicar algunas máximas de los sabios que nos alertan sobre ciertas materias, como estas…”has con los demás lo que quieras que contigo hagan” (Jesucristo) o si tiendes a juzgar “Cuatro características le corresponden a un juez: Escuchar cortésmente, responder sabiamente, ponderar prudentemente y decidir imparcialmente” (Sócrates).
Y sobre todo, nunca es saludable permanecer en el estado de duda (duda permanente) es necesario despejarla por medio del estudio o aplicando dos principios fundamentales, el moral que dice <<en caso de duda sígase la parte más segura>> y el jurídico <<en caso de duda, sígase la parte que más le beneficie al acusado>>
La incertidumbre
Al abordar este tema es necesario que tengamos en cuenta que siempre está presente a- priori que a toda causa le sigue un efecto, es decir, que frente a los diversos aspectos negativos de la vida, la experiencia es lo que sigue y esta es la base de la incertidumbre.
Qué entendemos por incertidumbre sino cierto estado de ansiedad por no saber qué es lo que ocurrirá en determinados actos que se realizarán o se están realizando y este estado presente de ansiedad se le conoce como incertidumbre, que también se lo puede identificar con la duda aunque es parte de ésta.
Ahora bien, frente a este estado considero necesario plantearnos el problema de la certeza que sirve para despejar cualquier indicio de incertidumbre, debido a que el juicio cierto, nos proporciona cierta paz por la seguridad ulterior, esto no quiere decir que nos confiemos, sino que, al agotar los medios solo nos queda esperar el resultado de acuerdo con las proyecciones.
Pero usted estará pensando, que en ocasiones las cosas no son como uno las espera, a eso le respondo que las cosas son el resultado del impulso que uno les dio, no son el resultado de nuestra imaginación, sino de nuestro cuidado, en la realización del evento, debido a que todo lo debidamente proyectado tiene su objetivo y su visión puestas en metas concretas a concluir como resultado acabado.
De la misma manera en todos los aspectos de la vida, no es adecuado que el perverso genio de la sospecha entre en forma de incertidumbre si sabemos que las cosas que hacemos nos llevan a un fin, a una conclusión, podríamos con seguridad esperar el resultado, de acuerdo con el cuidado que hemos puesto a cada cosa.
La incertidumbre se hace presente justo en las personas que no le han puesto el suficiente cuidado a las actividades que realizarán y por ello surge allí la presencia de este perverso genio que pone a dudar en todos los campos con los constantes <<y si>> y si salgo, y si entro, y si lo hago y si no lo hago, y si lo intento y sale mal, y si no es así y si me gano el premio, y si no me lo gano, y si, y si, y si…,etc.
Así es como actúa el perverso genio de la sospecha, sospechando de todo y condicionando la libertad de las personas y sumiéndolas en una constante incertidumbre frente a cada acontecimiento.
Tener claro que a cada acción que realicemos le sigue un efecto (consecuencia) es fundamental para despejar estas sospechas que acosan la inteligencia perturbándole su tranquilidad.
Los resultados serán solo en la medida de nuestro esfuerzo.
La certeza en el juicio
Cuando nos referimos a algún aspecto de la vida o situación ajena a nuestra realidad existencial, es de suma importancia que el evento esté rodeado por valoraciones que nos aproximen mucho más a la verdad de aquello, aunque es de considerar que la verdad difícilmente la obtendremos, a eso nos queda el juicio certero.
En determinadas ocasiones a la certeza se la identifica con la verdad y es por la aproximación que esta tiene con la verdad, este tipo de certeza es empleada por los jueces, ya que ellos parten de los hechos y se basan en las pruebas para determinar por una suerte de analogía, la lógica de los eventos concluyendo con una sentencia.
En el diario, las personas en su gran mayoría han abandonado esta práctica del juicio de los eventos, e influenciados por el pragmatismo, visualizan los resultados casi de una manera instintiva, como si de martillar un clavo sobre la madera se tratara, todos sabemos que un clavo debidamente sostenido con la punta hincando la madera más el golpe fuerte del martillo sobre su cabeza, daría como resultado la perforación de la madera.
A esto es a lo que llamamos una certeza en el juicio. Lamentablemente no todos los eventos tienen la misma lógica, hay muchos que requieren de una lógica especial, como por ejemplo los de carácter meteorológico, los físicos aerodinámicos, y aunque parezca mentira, en las relaciones humanas también hay que hilar fino, de modo muy parecido a la física, un juicio mal elaborado sobre otra persona, podría generar serios problemas.
Saber que lo que pensamos no es del todo cierto; saber que no todo lo que se dice es verdad; saber escuchar y guardar cualquier tipo de comentario y antes de hablar saber si lo que voy a decir es verdad, o si es importante que lo diga, si el mensaje que voy a dar le va a hacer algún bien a otros o solo saciará la curiosidad.
Es decir, manejar la prudencia en la información que guardo, ya que ésta no es conveniente a todos; y, aun así, es necesario siempre que se tenga una información, despejar todo error, toda ignorancia y toda duda.
Si bien la certeza es lo más próximo a la verdad, eso no nos garantiza que aquello que sabemos sea efectivamente así.
El juicio precipitado
Lo habitual en una persona racional, es que su capacidad intelectual le lleve a formular juicio, ya que esta es una de las funciones intelectivas junto a la idea y el raciocinio.
Los juicios pueden ser: ciertos.- si mantiene una sana lógica que le permite concluir con afirmaciones concretas sobre algún aspecto de la vida o de las ciencias. Errados.- si no usa una lógica para las conclusiones. Dudosos.- si vacila entre la certeza y el error. Veraces.- si usa los medios previstos para las conclusiones y aglutina las evidencias que dan paso a la afirmación o negación.
Entonces, en cuál de estos campos entran los “juicios precipitados” estos son parte de un aceleramiento en el pensamiento de algunas personas que creen a-priori que lo que su imaginación le proporciona, es ciencia pura, ¡error! ¿Verdad? Porque no todo lo que nuestra imaginación nos brinda es ciencia, ya que, para que exista ciencia, se requiere de un análisis sesudo de todos los acontecimientos y no solo de las particularidades; y, en base a experiencias subjetivas.
Muchas personas, creen que por haber tenido cierta experiencia en algún acontecimiento de la vida, ya están capacitadas para instruir a otros en materia concreta de la experiencia subjetiva, sin considerar que, la otra persona es distinta en mucho; en los físico, en lo espiritual, en la formación del hogar, en el conocimiento, en las emociones, etc.
Y por eso, es necesario que las cosas que se argumenten, sean debidamente liberadas de cualquier duda y error, por eso es que el juicio precipitado constituye una falta grave en las relaciones humanas y es la típica característica de las personas disociadoras o murmuradoras, que, en lugar de construir la fama de los demás terminan arruinando a quien se les ponga en frente, por suerte los únicos que no se dan cuenta de esto, son las personas que poseen este defecto, siendo que no pasan desapercibidos por quienes le rodean.
Estas personas, poseen cierta patología que les esquiva la realidad, por eso es que solo se dan cuenta de lo superficial de las personas o de los acontecimientos y siempre tienen algo malo que decir de todos los que le rodean.
Cómo identificar a estas personas.- sencillo, si junto a usted existe una persona que anda en busca de la última información de las personas, murmura a espaldas del interesado, gusta decir lo que sabe de otros, tiene una visión parcializada de la realidad de los demás, afirma lo que piensa en negativo de otros, se hace la víctima, etc. Si quiere identificarlo plenamente, usted inicie una conversa con esta persona sobre los aspectos positivos de otra persona y halague, de seguro el disociador no lo tolerará y terminara contradiciendo lo que usted dice de positivo de otros.
Piense con gran certeza, que usted está frente a una persona cuya salud psicológica no está bien; y, podría ser muy perjudicial en la vida comunitaria del lugar donde usted está. Si usted no ha sido víctima de esta persona, tenga cuidado que pronto lo será.
El filósofo griego Sócrates sostenía la siguiente máxima, <<Habla para que yo te conozca>> (habla para que yo te vea).
Subjetivismo y objetivismo
Durante estas argumentaciones, hemos tratado la objetividad y la subjetividad de forma general, pero es necesario que nos detengamos a considerar estas particularidades de la filosofía para poder determinar en qué estado estoy o esta alguna persona.
Persona objetiva.- es toda persona que no juzga a los demás desde un juicio propio, sino que al contrario, se basa en argumentos fundados no en su propia experiencia sino que, es ante todo una persona de mentalidad abierta, que no busca defender su postura sino que está abierta a escuchar a las partes y a elaborar un juicio viendo con claridad los pro y los contra en cada evento.
Una persona objetiva, no juzga a la primera impresión que tiene de las otras personas (juicio precipitado) sino que analiza cada partícula de la realidad, se muestra a los demás como una persona justa inspiradora de confianza en la solución de litigios o conflictos singulares.
Una persona subjetiva en cambio, hace juicios precipitados, juzga todo a priori y siempre suele tener intereses sobre alguna de las partes (injusticia), no se preocupa de revisar los detalles sobre los temas a juzgar, sino que se lanza sobre su propia experiencia y eso lo hace materia suficiente para meter a todos en el mismo costal.
Mientras que la persona objetiva, confía en su ciencia pero está muy dispuesta a aceptar el criterio ajeno y los puntos de vista de otras personas, la persona subjetiva, se cierra en su propio criterio y hace de su experiencia ciencia suficiente para sentenciar.
Es saludable en la convivencia humana determinar el tipo de personas que nos rodean para no perdernos en las bagatelas, sino que en un clima de perfecto respeto a los demás dejarnos guiar por lo que la experiencia nos dice respecto al trato, que le debemos tener a otras personas, para que no nos sorprendan con alguna novedad.
La relación es simple, al poco tiempo de convivencia, con algunas conversas esporádicas, usted podrá saber casi con certeza con qué tipo de persona trata y eso le podría alivianar la carga, porque sabrá plenamente, qué persona es de confianza y que persona no, con quienes tratar de algún tema en particular que requiera de mayor cuidado o a quienes dejarlos sumidos en la ignorancia de sus proyectos.
Si usted cuenta con personas subjetivistas, tenga mucho cuidado, porque usted podría ser una nueva víctima de este comportamiento, que comienza alagando, pero terminara desparramando, recuerde lo que decía Jesucristo <<quien no cosecha con nosotros desparrama>>.
Conclusión
Qué es entonces el perverso genio de la sospecha sino todo estado de duda e incertidumbre que las personas tenemos en determinados momentos o de modo habitual. Estas formas de ver las realidades son en sí una constante lucha para mantener la paz espiritual y cierto grado de paz social, la razón es que si uno despeja las dudas y elabora objetivamente los juicios, estaría contribuyendo a la paz social.
Mientras que “el perverso genio de las sospecha” está más dado a introducirse en la capacidad racional de las personas y detenerlas en su recto obrar por diversas contradicciones que plantea a la hora de emprender una acción. Muchas personas pensarán que se trata aquí de ser un lanzado y de decirle si a todo y nunca detenerse, ¡no! justamente es eso, una de las cosas que tenemos que evitar, pero es necesario que se tenga el remedio adecuado al efecto malo que pueda seguir de aquella acción.
Primero, es necesario plantearse el problema, buscar todos los medios adecuados para el perfecto desarrollo de la obra y luego confiar en que el resultado será solo la respuesta al esfuerzo y cuidado que le hayamos puesto para el perfecto desenvolvimiento de la obra.
En cuanto a las personas que siembran sospecha de los demás, es necesario ayudarles a superar esta mala forma de vida, para esto existen varias formas:
La primera tiene que ver con el no prestar oídos a los cuentos que esta persona traiga de otros, ni reírse cuando se refiera en negativo a otros aunque para esto use la figura del chiste. Tenga presente que los que comienza con broma, podría permanecer en el mismo estado y creerá en su incapacidad psicológica, que aquello que hace, está bien; y, por lo tanto, puede hacer lo mismo siempre, porque eso que hace, causa risa y pone humor en la convivencia.
Además recuerde, que el que viene a usted a hablar mal de otra persona que no está presente, también lo hará con usted cuando este lejos.
Estas personas, en lugar de ser vistas como atractivas, es necesario por su propio bien, que se las trate como es debido, con la seriedad que la reputación ajena requiere. Seguro se enojará con la persona que no le haga caso, pero cuando se dé cuenta que a nadie le gusta su forma de actuar, eso le ayudará a cambiar y ya no hará lo mismo. No se trata de tomarle odio y acusarle por la espalda, murmurando contra ella, sino haciéndole saber con cariño y firmeza que ese comportamiento no está bien. Para esto es necesario que quienes lo hagan, eviten llevar a colación temas planeados por otros, sino que, se tiene que ser muy objetivos y expresarle las cosas de modo claro.
El consejo en este momento es fundamental, para hacerle saber, que goza del aprecio de todos, pero que debe abandonar esa forma de proceder, si no se lo hace, se estaría destruyendo a una persona, que podría ser muy provechosa, por su creatividad y sentido del humor a mantener una buena convivencia.
En todo caso no estaremos haciéndola de lado, sino más bien acogiéndola en otra dimensión, aquella que sea necesaria para la convivencia, pero desterrando todo lo que no sirve para construir. Como lo expresaría una máxima, << si no eres capaz de construir, no destruyas>>.
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