Una gran mayoría de periodistas odia la
ley de comunicación como una gran mayoría de abogados odian la defensora
pública, así se extiende el odio a quienes se ven afectados por las políticas estatales
destinadas a llevar al pueblo a nuevos derroteros.
Hay que ser verdaderamente libre para
mirar las cosas desde la perspectiva nacional y dejar a un lado el egoísmo,
pensar que, <<lo que molesta a mi patrón me molesta mí>> eso son
secuelas de ese viejo adagio infundido en las mentes de los esclavos en épocas de
huasipungo, “si el patrón tiene, yo
tendré”.
Yo fui un detractor del presidente Correa,
pero no pude negar más lo que mis ojos veían, mi amor a la patria superó mi
egoísmo y desde entonces defiendo este proceso, porque así lo entendí, un
proceso que requiere de muchos años de dedicación.
Doscientos
años de repartición de los recursos naturales no se los puede superar en diez
años, una generación de personas pensando de una manera no se la puede superar
en diez años, la mediocridad de vida es un tema generacional. Se requiere de
tres generaciones para saborear todo lo que se está haciendo.
Tenemos
que entender la constitución no como ley sino como proyecto de cambio
generacional, requiere mucho más que pronunciar letras para componer palabras.
Hay que entender que aún quedan políticos como Nebot y sus aliados, aún quedan
quienes deben defender sus robos y violaciones de derechos como Lasso, hay que
entender que la personificación de Bucaram es Páez. Hay que entender que a los
jóvenes pobres de ayer nos robaron el futuro y hasta las ganas de vivir.
Todos
mis amigos de infancia de escasos recursos viven de mano de obra barata, pocos
salimos regular, los únicos que conozco que están medianamente bien son los
hijos de quienes tuvieron algo de dinero, pero la mediocridad de vida los llevó
a la ruina y no son más de nombres ni apellidos.
La
viveza criolla era sinónimo de inteligencia, ahora solo los inteligentes entran
en las universidades, antes era un palanqueo y el escaso recurso logístico de
las universidades hacían que los jóvenes busquemos estudiar algo en algún instituto
particular (sin importar donde estaba ubicado) o los llamados “institutos
técnicos superiores” que pululaban en el ambiente académico o como
oferta profesional a la escases de cupos en las universidades, o debido en
mucho a que los costos eran superados por la adquisición salarial dichos títulos
que al parecer caducaban con tu edad, porque nunca dieron estabilidad laboral
ni garantía en la remuneración.
Así
debió ser siempre, que solo los mejores ocupen los cupos en los centros
educativos y luego en los cargos públicos, aunque aún persisten los rezagos del
pasado, la corrupción heredada, cambios que hay que trabajarlos duro para que
el país sea el país del buen vivir, y ¡lo peor que podemos hacer! Es:
desconocer y rechazar el proyecto constitucional por la simple simpatía a una
persona; y, lo que es peor aún, darle voto a quien no se merece ni la mirada
misericordiosa del pueblo.
Soy una
víctima del sistema, que nos sometió al dominio del patrón y a pensar que los burócratas
eran los jefes de la ciudad, a quienes había que tratarles como señores más que
como servidores, en mi ignorancia creía que eso estaba bien.
Soy una
víctima de un sistema que hace mucho lo veía decadente, que hace mucho clamaba
por un líder que ponga las barbas en remojo de tantos dinosaurio político, que
se lucraron del pueblo haciéndose eternos e insustituibles en la asamblea, en
las prefecturas y en los municipios, soy parte de esas víctimas que los
hicieron señores a quienes nos tiranizaban.
Desperté
tarde y tarde reaccioné, aunque sabía en teoría lo que pasaba, me indignaba pero
no actuaba, hasta que llegó Rafael, el líder que todo el Ecuador esperaba.
Le seguí
de lejos y luego de cerca, luego descubrí que había algo más poderoso que él,
se trataba de la constitución, y que si algo debíamos defender eso era, la
constitución, constitución garantista de derechos, y es allí donde todo me
queda claro, porque llevaba varios años repudiando la constitución del 98 y
ahora, ya tenía un marco constitucional que protegía a mi gente, protegía a los
más necesitados de la patria, entonces el líder pasó, él no se convirtió en
caudillo, él nos dio la razón de esperar y la razón para luchar.
Ahora,
se claramente que no debo defender a nadie y así es, no defiendo a nadie ni
estoy apoyando a nombre alguno, apoyo un proceso de reformas judiciales, de
reformas legales, de reformas morales, de reformas estructurales y de reformas
institucionales; en fin, de reformas las que sean, para que nuestro Ecuador se
ponga a la par de países civilizados y de primer orden.
Por
eso apoyo a este proceso de revolución ciudadana no a “Juan Pérez” o “María
Morales” no me importa quien esté de candidato, si este me garantiza que va a
defender la constitución, es decir mis derechos como ciudadano.
El
voto por Lenin es el voto por continuar la línea del progreso equitativo, para
que exista una clase media sólida y una clase alta honesta y honrada. Sin
explotación laboral al pobre.
En este
camino, da mucha pena que los pobres piensen en votar por quienes los hicieran
pobres o por lo menos, por quienes los mantuvieron pobres, y se olviden de
quien dio dignidad a las personas discriminada a quienes pronto se les reconoció
como personas con capacidades diferentes en lugar del denigrante término de <<discapacidad>>
a quien devolvió la esperanza a quienes ya no tenían nada que alegar en su defensa
y en favor de su dignidad, que se dé la espalda a quien defendió el derecho de
los más vulnerables, que se olviden del finalista del premio nobel. Así es como
se paga a la bondad de un hombre bueno por eso es que la ruina ronda nuestras
casa.
Desde
niño aprendí que el bien nacido debe ser <<bien agradecido>>