Se tramita una ley en la Asamblea Nacional, en la que se propone el endurecimiento de penas para menores infractores, a tal punto que adquieran la misma responsabilidad que tienen los adultos en materia jurídica, esto debido a que, el número de jóvenes que delinquen van en alza y las penas y sanciones son en extremo deficientes.
Ahora bien, se aduce a que si los jóvenes tienen capacidad para sufragar, también tienen capacidad para hacerse responsable de los delitos que comenten, de tal manera que se los pueda juzgar con leyes proporcionadas al delito y de igual manera las penas impuestas en las sentencias.
Muchos llegan al absurdo de comparar a nuestro País con países extranjeros que son potencias económicas y en otros muchos aspectos sirven como referencia primordial.
Lamentablemente, las personas que proponen esta ley, al parecer desconocen, que los jóvenes solo tiene ciertas capacidades pero eso no le da por sí mismas responsabilidades ulteriores, la razón es la siguiente:
Por el hecho de ser los jóvenes sujetos de cambios violentos a nivel fisiológico, (desarrollo) no es posible que ellos tengan control sobre la adrenalina que fluye por sus cuerpos.
Mal está comparar la capacidad de elegir a sus líderes con la capacidad de frenar algo que su misma inteligencia desconoce, esto dicho como persona adulta, que también vivió estos cambios y (sin tratar de generalizar) sabe lo difícil que es controlarse en esta etapa de la vida.
Esta capacidad de identificar a sus líderes y el fluir de la adrenalina, no los justifica de los delitos, por supuesto que no, solo que, visto desde el punto de vista de la ética y la moral, éstas personas no están en completo uso de sus facultades, ya que una fuerza natural ajena a sus conocimientos, les obliga a realizar cosas que sabemos los adultos, solo un joven puede realizar.
A esto se suma que la globalización a sometido a toda la gente en un ritmo de vida inconsciente de la realidad topográfica habitual, lo que lleva a descartar todo tipo de acercamiento a las raíces culturales por verlas como algo anticuado y de mal gusto, pues mejor es lo de fuera.
La gran cantidad de cine y televisión violenta, genera violencia, los jóvenes imitan todo lo que ven, quieren ser como esas personas que salen en el cine o la televisión, pensar en una ley para reprimir a los jóvenes, sería como haber olvidado quienes fuimos.
No estoy tratando de defender la delincuencia juvenil, pero sí creo que los padres y tutores deben ser más responsables de lo que hacen los menores que están a su cargo y bajo su responsabilidad, porque ellos callan cuando los ven con malas amistades o cuando ellos llevan cosas sin indicar las procedencias.
Saber que el amar a los hijos no significa darles todo, porque el día que no podamos darles a ellos lo que piden se volverán contra nosotros y comenzaran a faltarnos al respeto, a tomar lo de casa para venderlo fuera y lo último, a vivir una vida de espalda a los padres, sin ninguna autoridad que los gobierne.
El joven no siempre nace delincuente, en muchos de los casos responde a un patrón de vida aprehendido en el contexto de vida, otros tantos son víctimas de algún tipo de maltrato que afectó su psicología. Una minoría responde a las crisis económica causante de la marginación social, muy pocos son víctimas del racismo o de la ignorancia por falta de formación.
En algunos jóvenes convergen todos los males antes citados, lo cual los hacen peligrosos en extremo, aun así la ayuda gubernamental llega solo a una escasa minoría, y en número insignificante se puede contar a los que reciben ayuda de parte de instituciones no gubernamentales.
Creo que en lugar de estar pensando en endurecer las leyes y las penas contra los menores, deberían estar pensando cómo solucionar este problema que va en crecimiento y de nada le ha servido a ninguno de los otros países el endurecimiento de penas, ya se ha demostrado que esa no es la solución.
Los Estados Unidos de Norte América nos dan un ejemplo de cómo eliminar el alto índice delincuencial y eso se lo logra con acciones gubernamentales y sociales que tengan como prioridad la dignidad de la persona humana, dicho esto en resumen.
Con planes que miren al niño y al joven desde su naturaleza, enmarcados en un contexto de cambio social capaz de influenciar. Por lo que es de aprovechar las herramientas que nos permitan acercarnos a los jóvenes, en lugar de satanizar o sencillamente lanzar expresiones que denigren a los jóvenes y su actividad.
Seguramente se estará pensando en una solución inmediata, pero la solución inmediata no es la desaparición del infractor, sino el incluirlo en un sistema de producción, es decir que, es necesario dejar de llamar criminal al que delinque y tratarle como la sociedad nunca le trato, total ellos son el resultado de lo que somos como sociedad, ellos están allí para decirnos que es lo que nos pasa como familia, como líderes o como profesionales, allí está el hijo maltratado, el desempleado, el marginado, etc.
Ellos nos atacan porque necesitan defenderse de lo que la historia ha hecho con ellos y es a esta gente a la que hay que tratar de rescatar, no de desterrar.
Para comenzar, sabemos que no contamos con un sistema carcelario capaz de formar a un individuo, las cárceles son solo sitios de aislamiento social, pero nunca centros de rehabilitación social. Por eso creo que es necesario reconsiderar esta propuesta, y en lugar de ser un país que imita a otros en la represión de los jóvenes infractores, ser los abanderados de una metodología capaz de reinsertar a la sociedad a menores infractores.
El problema es que, siempre es más fácil echar la culpa a otros, pero qué difícil es pensar un poco más por el bien de nuestra sociedad. Claro, a quien le pagan para que haga leyes, de alguna manera tiene que justificar.
Reconozcamos que el problema de la delincuencia no radica en el delito, sino en las causas que lo originaron.